La festividad conocida como los Martes de Brujas, celebrada en Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca, tiene sus raíces en la época colonial. Según relatos históricos, la construcción de un templo católico impulsada por el fraile Domingo de Santa María involucró el trabajo nocturno de los pobladores originarios. Las mujeres de la comunidad proporcionaban alimento a los trabajadores, preparando tamales de frijol y atole endulzado con panela. Para iluminar las jornadas nocturnas, se utilizaban lámparas de vela protegidas con cucuruchos de papel, conocidas como “brujas,” marcando así el inicio de la Cuaresma.
Según el cronista municipal, Arturo Vásquez Espejel, la tradición involucraba a mujeres vestidas con trajes típicos que servían el atole en grandes jarrones. Con el tiempo, la venta de tamales de frijol se hizo popular, y pequeñas lámparas de hojalata con dos mecheros, llamadas “brujitas,” comenzaron a iluminar el ambiente. La preparación original de los tamales en ollas de barro se complementó con la introducción de la caña de azúcar y la panela por los españoles, enriqueciendo la receta del atole.
En la actualidad, los Martes de Brujas se han transformado en una serie de festividades que resaltan la riqueza gastronómica y cultural de Santa Cruz Xoxocotlán. Estas celebraciones tienen lugar durante la Cuaresma, después del Miércoles de Ceniza, reuniendo a numerosos vendedores y visitantes en el Parque Central del municipio. La festividad ofrece una variedad de tamales, incluyendo los de frijol, chichilo, verde y mole, a precios accesibles.
La celebración también refleja la cosmogonía prehispánica y la veneración de deidades vinculadas a la agricultura, elementos esenciales para los antiguos pobladores de Xoxocotlán. El maíz, considerado un sustento fundamental desde tiempos ancestrales, es un componente central de la tradición. Se dice que cada tamal y cada sorbo de atole representan la memoria colectiva del pueblo, su historia, fe y conexión con la tierra.
La edición número 48 de los Martes de Brujas se lleva a cabo durante seis semanas, ofreciendo actividades culturales, artísticas y gastronómicas. La programación incluye presentaciones musicales de artistas reconocidos, atrayendo a la comunidad y visitantes para disfrutar de la herencia cultural de la región. Anteriormente, se utilizaban caracoles marinos para convocar a la población, pero a partir de 1979, la música se integró con rondallas, tríos y marimbas, dando mayor relevancia a los eventos.