Este martes 4 de marzo, entraron en vigor los nuevos aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump a México, Canadá y China. Estos cambios tendrán un impacto significativo en la economía mexicana, afectando directamente a los consumidores.
Los aranceles aumentados a las importaciones de Estados Unidos encarecerán productos como el pollo, la carne de cerdo, el queso, la leche y la soya, insumos clave para la producción de alimentos en México. El sector alimentario será uno de los más perjudicados por estos cambios, lo que podría traducirse en precios más altos para los consumidores mexicanos.
Además del sector alimentario, el mercado de las bebidas alcohólicas también se verá afectado. Con la aplicación de aranceles a licores provenientes de Estados Unidos, como el whisky y el bourbon, los costos de estas bebidas aumentarán en territorio mexicano. Esto podría impactar tanto a consumidores como a negocios dedicados a su venta.
El mercado de la tecnología también resentirá el impacto de estos aranceles. México importa una gran cantidad de computadoras, teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos con componentes fabricados en China y ensamblados en Estados Unidos. Con los nuevos impuestos, el precio de estos productos podría elevarse, encareciendo herramientas esenciales para el trabajo y la educación.
En Oaxaca, donde el sector agrícola y comercial depende de la importación de insumos estadounidenses, estos aranceles podrían traducirse en costos más altos para los productores locales. Los precios de productos como fertilizantes hasta maquinaria agrícola podrían aumentar significativamente, lo que afectaría la producción y, en consecuencia, los precios en los mercados locales.
Además, con el calor extremo afectando a la entidad, el encarecimiento de productos básicos como la leche y otros alimentos podría agravar las dificultades económicas de las familias oaxaqueñas. Las panaderías que dependen de harinas importadas también podrían enfrentar aumentos en sus costos de producción, lo que impactaría directamente en los precios finales para los consumidores.