En este miércoles, marcado en el calendario católico como el Miércoles de Ceniza, la puerta del Mercado Margarita Maza se abre a los 40 días de la Cuaresma, pero las ventas de pescados y mariscos siguen siendo escasas. A pesar de que cada año menos personas cumplen con la tradición de sustituir el consumo de carne de res por pescado o mariscos, algunos vendedores no esperan un cambio en la afluencia de clientes.
La Cuaresma es una costumbre católica que pide abstenerse de comer carne durante este período. Sin embargo, muchos de los que tradicionalmente compraban pescados y mariscos en el mercado están ignorando esta tradición para seguir consumiendo carne de res, pollo o puerco.
“La primera semana no todos saben que ya es Cuaresma, es un miércoles normal, pero ya que se corre la voz, se pone mejor y la venta grande es la semana mayor”, explica Araceli, propietaria del puesto La Gaviota. “En esta semana, el movimiento ha estado muy bajo”.
Aunque la Cuaresma es una oportunidad para los vendedores de pescados y mariscos, muchos están enfrentando desafíos para atraer clientes. Las obras de remodelación en el área donde se expende pan y se localizan los comedores perjudican la afluencia de clientes que les hace evitar transitar en ese lado del mercado.
“Hace 25 años, se vendía sin necesidad de sacar el puesto. Se llegaba a las 3 de la mañana y ahora da tiempo de llegar a las 6”, dice Guadalupe, quien junto con su hermana Carolina lleva vendedora de pescados y mariscos desde bebés.
La falta de estacionamiento y el miedo de la gente a un robo también son factores que afectan la venta. “No puede ni entrar una pipa porque el pasillo de contingencia está lleno de puestos”, recuerda Guadalupe.
A pesar de estos desafíos, algunos vendedores siguen ofreciendo productos del mar a precios atractivos. El kilo de jaiba cuesta cien pesos, lo mismo que el filete empaquetado. La pulpa de camarón para cóctel cuesta en promedio 200 pesos.
La mojarra es uno de los productos más pedidos en estas fechas, y su precio varía según el tamaño. “A 80 el kilo de la chica y a cien el de la grande, siempre es lo que más compran”, explica María Luisa, propietaria del puesto El Tiburón.
La tradición de la Cuaresma es una oportunidad para los vendedores de pescados y mariscos. “Se levante el mercado”, dice María Luisa, confiando en que se disfrute un período de alta venta.