El estado de Oaxaca, reconocido por su alta actividad sísmica con 2,707 temblores registrados en lo que va del año, llevó a cabo el Simulacro Nacional 2024. El ejercicio, programado para las 11:30 horas, simuló un sismo de magnitud 8.1 con epicentro en el Golfo del Istmo de Tehuantepec, considerando que la ciudad de Oaxaca de Juárez podría ser una de las áreas más afectadas.
La respuesta al simulacro varió entre las instituciones gubernamentales y la población en general. En el centro de la ciudad, las alarmas sísmicas del Palacio de Gobierno se activaron, y personal de la Consejería Jurídica evacuó el edificio. El gobernador Salomón Jara Cruz y el coordinador de Protección Civil, Manuel Maza Sánchez, se unieron al ejercicio frente al Palacio. Sin embargo, la participación y el interés de la ciudadanía fueron limitados.
Observadores reportaron que en los restaurantes del Zócalo, tanto comensales como empleados continuaron con sus actividades sin tomar medidas de precaución. Los transeúntes tampoco interrumpieron su paso ni buscaron zonas seguras, evidenciando una falta de respuesta generalizada. A pesar de la presencia del gobernador y funcionarios, no se observó la llegada de unidades de bomberos, ambulancias o equipos de rescate, lo que generó interrogantes sobre la preparación y coordinación ante una emergencia real. La ausencia de señalización de zonas seguras en el centro histórico también fue notable.
A pesar del escenario simulado de un sismo de gran magnitud, el reporte oficial de Protección Civil indicó que no se registraron novedades, heridos ni desaparecidos. En contraste, se recordó que un sismo de 7.6 en 1978 causó daños significativos y fallecimientos en la región de Pinotepa Nacional. Durante el simulacro, se informó que 279 personas fueron evacuadas del Palacio de Gobierno, incluyendo tres personas con discapacidad, sin incidentes. El objetivo del simulacro era fortalecer la cultura de prevención y evaluar la capacidad de respuesta ante sismos.
Las autoridades reportaron la participación de un millón de personas en todo el estado, incluyendo instituciones gubernamentales, fuerzas armadas, cuerpos de seguridad y escuelas. Se monitorearon más de 15,000 edificios, incluyendo escuelas públicas y privadas, inmuebles federales y estatales, centros comerciales y hospitales. Aunque se reconoció el esfuerzo de las fuerzas armadas y los gobiernos municipales, la limitada respuesta ciudadana en el Zócalo pone de manifiesto la necesidad de reforzar las campañas de concientización y preparación ante desastres naturales en la región. La alta sismicidad de Oaxaca, producto de la interacción de las placas tectónicas, subraya la importancia de la prevención y la participación activa de la comunidad.