Según datos del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de Oaxaca (DIF), se estima que alrededor del 30% de las personas adultas mayores sufren violencia física o psicológica por parte de sus familiares. Este problema afecta no solo a las mujeres, sino también a los hombres y varías otras personas mayores.
El Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca señaló que el 71% de la violencia familiar contra mujeres de 60 años o más es ejercida por hijos varones. Este patrón de violencia se repite en otras regiones del país, donde las personas mayores son objeto de abandono, despojo y maltrato físico y emocional.
En Oaxaca, los principales tipos de violencia contra las personas adultas mayores son el abandono, el despojo, la violencia psicológica y la violencia física. La mayoría de las víctimas son mujeres, que se ven obligadas a enfrentar estas situaciones por falta de apoyo y protección.
Un caso reciente destaca la situación de Antonio Medina, un hombre de 75 años que fue abandonado por sus hijos en agosto del año pasado. El adulto mayor aseguraba que sus hijos ya no querían hacerse responsables de él porque no podía cuidarse por sí solo debido a su discapacidad.
La falta de atención y apoyo familiar puede llevar a situaciones como la de Antonio Medina, donde las personas mayores son abandonadas a su suerte. En otros casos, se observa que viven en la calle, comen de la basura o experimentan maltratos y despojo de sus casas.
Además, el abandono de adultos mayores es un problema complejo que tiene múltiples causas. La ruptura de la estructura familiar, la migración a otras ciudades o países en busca de empleo, las responsabilidades laborales y personales, y las dificultades financieras pueden contribuir a esta situación.
Enfermedades como el Alzheimer o la demencia también pueden generar una mayor demanda de cuidados, lo que en ocasiones resulta en el abandono. La idea de que los adultos mayores ya no son productivos o útiles puede contribuir a su marginación y agravar esta problemática.
Implementar programas de apoyo familiar, fomentar la educación sobre el envejecimiento y fortalecer la protección legal de este grupo es clave para combatir este problema. Es fundamental reconocer que los adultos mayores son seres humanos con derechos y necesidades que deben ser respetadas y protegidas.
